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Obesidad (página 2)



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La evidencia de la posibilidad de que este gen
existiese, se derivó de experimentos en
los cuales ratas normales y anormales genéticamente se
comportaban como era esperado, si compartían la
circulación sanguínea, de ese modo teniendo las
mismas hormonas
circulantes.

En la publicación Science del 28 de julio
pasado, otro grupo de
investigadores sugieren la posibilidad de que este hallazgo en
las ratas, pueda ser de mucha relevancia en el tratamiento
de la obesidad
humana.

Jeffrey Friedman, con sus colaboradores aisló la
proteína a la que se debe este fenómeno;
designándola con el nombre de leptina. Ellos,
también demostraron, que otro factor que entra en juego en la
regulación de la gordura de las ratas, es el hecho de que
la leptina aumenta la temperatura
del cuerpo, sugiriendo que la presencia de la misma acelera el
metabolismo.
(Aquí recomendamos, Fat: Fighting the Obesity
Epidemic
por Robert Pool).

Amgen es el nombre de la compañía
norteamericana que ha adquirido los derechos para producir,
algún día, de algún modo, una "pastilla
mágica" para la cura de la obesidad en las ratas, quienes
son insolventes; y en los seres humanos, quienes (a veces no lo
son). Si (y cuando) esto suceda, la compañía
verá, con orgullo corporativo, como sus ingresos crecen
ponderosamente.

Pero, hay algunos detalles de mucha importancia que
deben de considerarse antes de que esta teoría
se convierta en la "Teoría de la Semana".

Veremos:

Si es cierto que las ratas afligidas no se dan cuenta de
que están gordas o de que son obesas; el ser humano,
sí que sabe que ha engordado; y desperdicia, a
veces, enormes sumas de dinero en sus
cruzadas y peregrinaciones fútiles para retornar a la
esbeltez.

Además de ese detalle, existe otro de aun mayor
importancia. Éste es, que el ser humano no ha hecho
cambios genéticos manifiestos en los últimos 35,000
años… pero, y a pesar de ello, en países
como lo son los EEUU y Australia, donde la dieta es
horrorosamente engordadora; la obesidad ha adquirido proporciones
tan epidémicas y exageradas, que algunos de los "expertos"
cuyas opiniones se leen frecuentemente en la prensa de esos
países son, por definición… obesos ellos
mismos… ¿qué más?

Queridos lectores, les invito a que consuman estas
nuevas con discreción escueta.

Los programas para
perder de peso, y de porqué muchos fallan

Todas aquellas personas quienes se hayan involucrado
seriamente en la ardua tarea de tratar de perder libras en exceso
puede ser testigo de que, ello a veces, constituye una
ambición fuera del alcance de la mayoría de
todos.

Este artículo presenta argumentos en favor de una
hipótesis que pueda clarificar este
asunto.

Hasta muy recientemente, el sobrepeso y sus
orígenes se explicaban utilizando o sistemas
mecánicos o sistemas financieros. El sistema
mecánico que adquiriera la mayor popularidad fue el de la
llamada Teoría del Termostato (Set Point
Theory
) por medio del cual se proponía que los seres
humanos nacíamos equipados con un termostato, el cual
sería responsable de regular el contenido adiposo de
nuestros cuerpos de un modo predeterminado durante el transcurso
de nuestras vidas.

Este sistema, si fuese cierto, negaría en
principio la posibilidad, aún remota, de que la
pérdida de peso permanentemente pudiese ser posible — en
otras palabras, de poder rebajar,
como tantos anhelan.

El otro sistema, aptamente llamado el Sistema
Fiduciario o Fiscal (Fiscal System) simplemente
mantiene que nuestro organismo funciona como la banca: Más
comida + menos ejercicio = Gordura. Lo opuesto resultando en la
esbeltez, por tantos añorada.

La realidad se reduce, sin embargo, al hecho de que las
causas, los orígenes y los dinamismos del sobrepeso
permanecen obscuros y, por la mayoría, incomprendidos. La
razón y el porqué algunas personas engordan de modo
contundente; mientras que otros, comiendo muy poco, y otros
comiendo muchísimo se mantienen muy delgados, permanecen
misterios insolubles para el mundo de los investigadores de este
tema de la mayor importancia. Aún, aquellos
científicos que recientemente nos resucitaran como asunto
nuevo la presunta existencia de un gen que causa la obesidad; nos
advierten, discretamente, que la gordura es una entidad de
más complejidades para desenmarañarla, que la que
pudiese ofrecer la existencia de el gene putativo del que tanto
se ha dicho.

La Teoría Evolucionaria puede que nos ofrezca
algunas pautas para abordar este acertijo desde un ángulo
distinto.

La gordura, con todas sus complicaciones médicas
y con todas las limitaciones físicas que nos impone, no
puede ser considerada una adaptación que confiere
beneficios a nadie quien con ella viva.

Del mismo modo sí que puede aceptarse la idea de
que la capacidad innata de acumular el peso
(temporalmente) para luego perderlo nos permitió la
ventaja de poder haber sobrevivido los períodos de
carestía de alimentos que
alternaban, regularmente, con la abundancia (siempre relativa)
durante nuestra existencia selvática de hace muchos miles
de años.

Esta "abundancia" de alimentos se considera que fuese
"relativa", ya que el ser humano que habitaba la sabana de aquel
entonces, no tenía acceso a las comidas de alta densidad
calórica, muy fácilmente adquiridos, y muy gustosas
con que hoy día pretendemos "alimentarnos".

A ninguno de los dos les conviene
engordar…

La gordura, impide el desplazamiento ágil de sus
víctimas. La persona gorda, no
puede correr a la velocidad
requerida para distanciarse de un animal que lo persigue, o para
perseguir un animal para usarlo como su presa. No puede
encaramarse en una mata para escapar un peligro. La persona gorda
está tarada por su sobrepeso.

Lo susodicho facilita la aserción de que la
gordura no es adaptiva, y de que su eliminación es tan
deseable como lo es beneficioso.

El fallo de la mayoría de los programas que
intentan combatir el sobrepeso es que invierten el orden de la
ecuación cuando analizan el problema. El ganar de peso es
fácil (porque era y es, adaptivamente
deseable). El perder de peso es lo difícil.

El cuerpo defiende su sobrepeso (la grasa acumulada) con
la tenacidad adaptiva que deriva de la realidad de antaño,
cuando lo poco que se extraía de la comida en "exceso"
eran cantidades modestas de sobrantes.

Hoy, muy a menudo, una persona, estando a dieta, consume
más (mucho más) de la cantidad de comida que es
necesaria para la subsistencia mínima.

No será hasta el día cuando se resuelva el
problema (como se plantea en la Microbiología) que existe entre la comida
(el agente) y el organismo (su
huésped) que los programas para asistir en
la pérdida del sobrepeso puedan dar resultado.

Ese día ha llegado…

Bibliografía

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de artículos técnicos y de información general se pueden obtener por
solicitud.

 

Dr. Félix E. F. Larocca

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